Glendale, AZ. Era el último juego en casa de la temporada 2025. Domingo, ambiente bonito… de esos que te hacen pensar: hoy sí.
Pero no. Otra vez no.
Los Arizona Cardinals cayeron ante los Atlanta Falcons, y el golpe dolió más por el contexto que por el marcador. Porque cuando es el último en casa, cuando sabes que es la despedida frente a tu gente, quieres regalarles algo. Una victoria, una alegría, aunque sea un respiro. Y lamentablemente, no llegó.
El partido tuvo sus momentos. Hubo destellos. Incluso hubo ilusión temprano. Uno de ellos fue el touchdown espectacular de Michael Wilson, una jugada que levantó al estadio de sus asientos. Fue de esas recepciones que te hacen pensar que ahí puede empezar algo distinto. Por un instante, todo volvió a latir.
Jacoby Brissett cerró el día con 203 yardas por aire, un pase de touchdown y una intercepción. No fue un desastre, pero tampoco ese juego que arrastra a todo el equipo. Fue irregular. Por ratos se vio cómodo… y por ratos, apresurado, como si el reloj siempre estuviera corriendo más rápido de lo normal.
Y sí, hay que decirlo sin rodeos: no fue un buen día para Trey McBride. Se le vio incómodo, bien marcado, sin ese impacto que suele tener. De esos partidos que simplemente no fluyen. Pasa. A los grandes también les pasa. Pero se notó, y mucho, porque esta ofensiva suele apoyarse en él cuando las cosas se ponen cuesta arriba.
Aun así, el partido se mantuvo cerrado. Nunca se sintió fuera de alcance. Y eso, curiosamente, fue lo que más dolió al final.

Si la derrota ya era dura, las lesiones terminaron por apagar el ánimo del estadio.
Ver a Garrett Williams salir del campo con una lesión sin contacto fue un golpe seco. Silencio total. De esos momentos donde te olvidas del fútbol y solo piensas: ojalá no sea grave. Y luego vino lo de Walter Nolen. El novato, el chico que ha dejado todo desde que llegó, salió del campo en camilla, con lágrimas, roto por dentro. Una imagen dura. De las que no se olvidan fácil. Porque ahí entiendes que este juego no solo deja moretones, también deja cicatrices emocionales.
El estadio lo sintió. Los compañeros lo sintieron. Y sí, la afición también.
Para los Cardinals, este último juego en casa del 2025 no terminó con festejo. No hubo vuelta de honor. No hubo sonrisa final. Solo aplausos de agradecimiento, algunos resignados, otros cargados de esperanza… porque el fan de Arizona es así. Aguanta. Cree. Regresa.
Las palabras de Michael Wilson al final del partido reflejaron exactamente ese sentir. Sin discursos, sin maquillaje "Nunca te vuelves inmune. No importa cuántos juegos hayas perdido seguidos, es inaceptable."
Wilson hizo una pausa....Respiró. Y cerró con honestidad pura: "No tengo nada más que decir. Simplemente no es aceptable."
La próxima semana el reto será grande: viaje a Cincinnati para enfrentar a los Bengals. Un escenario complicado, sí, pero también una prueba más para un grupo que ha aprendido a levantarse a golpes durante todo el año.
A toda la afición de los Cardinals: gracias por estar, por apoyar incluso cuando duele, por su amor incondicional, por creer.
Que esta Navidad traiga calma, salud y momentos en familia. Que el fútbol sea pretexto para compartir, no para olvidar lo que importa.
Feliz Navidad.
Y como siempre… seguimos.











