Glendale, AZ.- El State Farm Stadium se sintió distinto, con esa mezcla de esperanza y nervios que solo un partido grande puede tener. Los Cardinals recibieron a los Packers bajo el sol de Arizona y aunque el marcador ya es historia (27-23), lo que quedó fue esa sensación de haber estado tan cerca, quizá más cerca de lo que todos pensaban.
Jacoby Brissett se adueñó de la ofensiva sin alardes, con esa calma que contagia. Completó 25 de 36 pases, lanzó para 279 yardas y sumó dos touchdowns. Nada mal para alguien que empezó la temporada esperando su turno. Desde el pocket se le veía con un control total, como si el juego transcurriera en cámara lenta. Sereno, firme, confiado. A pesar de la presión constante (y del acoso de Micah Parsons) nunca perdió la compostura. Brissett no solo jugó bien: transmitió liderazgo. Me gusta su presencia al mando de los Cardenales.
Y claro, Trey McBride volvió a ser el alma del ataque. Diez recepciones, 74 yardas, dos touchdowns. Cada vez que tocaba el balón el estadio rugía un poco más fuerte. Es de esos jugadores que transmiten energía, que cuando pelean por una yarda extra parece que están defendiendo algo más que una jugada. Su conexión con Brissett fue lo mejor del día y deja claro que este equipo tiene piezas para soñar.

El juego tuvo momentos en que todo parecía ir bien para Arizona. Controlaban el ritmo, ganaban los duelos individuales, la defensa respondía. Pero como pasa tantas veces, el partido cambió en un parpadeo. Una serie larga del rival y el impulso se fue del lado contrario. Esos detalles que no se ven en las estadísticas pero que pesan más que cualquier número.
Aun así hay algo que no se puede ignorar. Este equipo compite, tiene carácter, no baja los brazos. Falta cerrar los partidos, sí, pero se nota que hay corazón. Y eso, en una temporada larga, vale más de lo que parece.
Los Cardinals se quedaron con ese sabor amargo de haber hecho muchas cosas bien pero no todas. Sin embargo, este tipo de juegos deja lecciones. Enseña quién responde bajo presión, quién no se esconde cuando el momento aprieta. Y hoy, más allá del resultado, varios levantaron la mano.
El estadio se fue apagando despacio, la gente salía comentando las jugadas, las casi intercepciones. Pero también se oía orgullo, ese sentimiento de que el equipo está cerca. Que no falta tanto. Y eso, para un domingo de football en Arizona, ya es decir mucho.
¿Cuál es tu sentir luego de 7 semanas de temporada regular?