Indianápolis, IN.- No voy a mentir: el final dolió...ese 31-27 contra los Colts deja una sensación amarga, porque el equipo peleó, tuvo el balón, generó, pero al final faltó ese golpe final para cerrarlo. Aun así, no todo fue malo.
Jacoby Brissett asumió el mando y cumplió con creces. Terminó con 27 de 44 pases, 320 yardas, 2 touchdowns y una intercepción. Nada espectacular, pero sí sólido. Se le notó tranquilo, con temple, moviendo las cadenas y tomando decisiones inteligentes. Es justo reconocerlo.
Trey McBride volvió a ser la pieza más confiable en la ofensiva: 72 yardas y un touchdown. Siempre aparece en momentos clave, siempre peleando cada yarda. Y Zay Jones, callado pero efectivo, tuvo su mejor juego con 79 yardas y varias recepciones de esas que mantienen viva una serie. Entre los dos cargaron buena parte del peso aéreo.
En el ataque terrestre, "Bam" Knight también dejó su huella. No tuvo un gran volumen, pero sí corrió con fuerza y encontró la zona de anotación. Energía pura cada vez que tocó el balón.

El susto del día vino con Marvin Harrison Jr. Después de una recepción, cayó mal y se golpeó la cabeza contra el césped. Por fortuna, se levantó por su propio pie, sin aparentar nada grave. Aun así, por protocolo de conmoción, el equipo decidió que no regresara al partido. La decisión correcta, aunque claro, verlo salir siempre preocupa.
En defensa, hubo altibajos. Momentos de mucha intensidad, especialmente en el tercer cuarto, y otros donde simplemente no se pudo contener a Jonathan Taylor, que terminó con 123 yardas y el touchdown que definió todo.
Y ojo con Mack Wilson Sr., que sigue firmando un gran 2025. Tuvo una intercepción espectacular, de esas que cambian el ánimo del equipo y completó otro partido redondo, siempre presente, siempre liderando con intensidad. Se ha convertido en el motor silencioso de esta defensa.
Pero si algo me deja tranquilo es que este equipo compite. No baja los brazos, ni de visitante, ni con el marcador en contra. Se nota la entrega, se nota que hay unión. Y eso, aunque no se refleje todavía en el récord, tiene valor.
Sí, hay cosas que corregir: la disciplina, la zona roja, la protección. Pero en medio de eso hay señales claras de crecimiento. Y cuando un grupo sigue luchando pese a los golpes, sabes que algo se está construyendo.
Así que sí, duele perder. Pero también se aprende. Y si los Cardinals siguen con esta energía, este corazón, más temprano que tarde las victorias van a llegar.
