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De La Fundidora A La NFL: El Viaje De Yeremiah Bell

El safety veterano forjó una carrera futbolística luego de trabajar en una fundidora durante la escuela secundaria

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El safety Yeremiah Bell (37), quien conversa con su compañero Antoine Cason durante el minicampamento, pasó dos años trabajando en una fundidora durante la escuela secundaria y jugó futbol en la Universidad del Este de Kentucky.


Cada domingo durante dos años a las 12:30  de la tarde, Yeremiah Bell dejaba todo lo que estuviera haciendo, buscaba un lugar en el sofå de su madre en Wincester, Kentucky, y sintonizaba el programa 'The Roy Kidd Show.'

SolĂ­a ser lo Ășnico que veĂ­a en la televisiĂłn durante toda la semana.

Kidd fue una leyenda como entrenador de la localidad en la Universidad del Este de Kentucky, a unas 20 millas en automĂłvil de donde Bell creciĂł. Los domingos en casa de Bell eran para relajarse y recuperarse del ajetreo semanal. La familia se reunĂ­a charlaban y jugaban a las cartas. Cocinaban. ReĂ­an.

Pero justo después de la hora de comer, Bell, quien trabajaba en una fundidora de acero luego que terminó de jugar futbol en la escuela secundaria, encontraba su camino hacia el sofå, y sin saberlo, él sería reclutado por Kidd. Bell veía su programa religiosamente. Cuando un compañero de la escuela secundaria, Danny Thomas, se convirtió en participante habitual de la trasmisión Bell fue absorbido por el programa de Kidd como un niño que ve caricaturas el såbado por la mañana.

Un domingo, algo cambió en la mente de Bell. Se levantó del sofå después del programa de Kidd determinado a jugar futbol americano universitario. Primero tenía que salir de la fundidora de acero.

"Siempre hablaba de cĂłmo forjarĂ­a su camino a la universidad y como llegarĂ­a a profesional," dijo Emery Crawford, un amigo de Bell a quien conociĂł en la fundidora. "Todo el mundo pensaba que solo eran habladas. No sabĂ­amos que era tan bueno como es.

"Siempre me decĂ­a: 'Uno de estos dĂ­as voy a llegar a las grandes ligas.' Yo le decĂ­a: 'Hijo, espero que lo hagas, pero ya he oĂ­do eso antes.' "

Bell le seguía diciendo a Crawford y a los demås en la fundidora acerca de su plan para trabajar hasta reunir el dinero suficiente para pagar su primer año en la universidad del Este de Kentucky. Entonces voy a entrar al equipo de futbol y me voy a ganar una beca, decía Bell.

Después de graduarse de la escuela secundaria George Rogers Clark y sin ofertas de becas, Bell no estaba seguro qué rumbo tomaría su vida, pero sabía que tenía que encontrar un trabajo. No es como que mis padres me van a mantener después de la escuela, se dijo Bell a sí mismo. Mientras sus amigos brincaban de un trabajo a otro, Bell quería encontrar un ingreso estable.

Un amigo eventualmente lo contratĂł en la fundidora, donde comenzĂł a trabajar el segundo turno, de 4:30 p.m. a 3 a.m.

"Fue difícil para mí al principio, recién salido de la secundaria," dijo Bell. "Me ocupaba todo el día."

Con el tiempo fue trasladado al primer turno y un horario mĂĄs usual de 6 a.m. a 4:30 p.m. fabricando barandillas de contenciĂłn y armazones para tĂșneles. Era un trabajo  tedioso y agotador, levantar lĂĄminas de metal que pesaban entre 80 y 90 libras y colocarlas en una mĂĄquina que las corrugaba, y luego retirar la pieza de metal fuera de la mĂĄquina.

Con sus tapones de oĂ­do colocados, Bell gritaba entre mĂĄquinas para conversar con sus compañeros de trabajo como el caso de Crawford. Ellos han mantenido su amistad todos estos años. La hija de Crawford usa el N Âș 8 cuando juega softball, como lo hizo Bell en la universidad.

"Tuve momentos de diversión en el trabajo," dijo. "Uno inclina su cabeza y se pone a trabajar. Tienes una orden, podría tratarse de unas 150 piezas y acabas de empezar a surtirla, aseguråndote que son del tamaño adecuado, los sacas, cambias de måquina y empiezas la siguiente orden.

"Por alguna razĂłn, ese trabajo se me quedĂł grabado. HabĂ­a un montĂłn de gente buena y yo sabĂ­a que tenĂ­a que ganar algo de dinero."

Bell finalmente ahorró suficiente dinero después de dos años en la fundidora y se inscribió en la Universidad del Este de Kentucky. Llamaba a Kidd cada semana, preguntando cuåndo se llevarían a cabo las pruebas.

"SabĂ­a que tenĂ­a que provocarle un dolor de cabeza," dijo Bell. "Lo aburrĂ­ hasta el cansancio."

Bell no había jugado futbol organizado en dos años. Al llegar a las pruebas enfrentó a jóvenes de 18 años recién salidos de la secundaria. Bell recuerda haber visto su técnica con temor. Durante dos años, a partir de esa tarde apagó el programa 'The Roy Kidd Show' y se enfocó mentalmente en jugar futbol americano universitario, esperó con interés las audiciones. Y ahora el temor se estaba apoderando de él.

Había crecido y le quedaba chico su equipo de futbol de la escuela secundaria y se presentó a las pruebas con unos tacos prestados dos tallas mås grandes que su tamaño. Todavía recorría la distancia de 40 yardas en 4.5 segundos.

"Eso es todo lo que tenía que ver," bromeó Kidd. "Le dije al entrenador de posición, 'Él puede salir ahora mismo."

De los 25 jóvenes que se probaron frente a Kidd, sólo dos la hicieron – y el otro aparte de Bell pronto renunció. La perseverancia de Bell sorprendió a su madre, Polly Bell, ya que la razón por la que Yeremiah jugó en la escuela secundaria fue sólo porque sus amigos lo hicieron.

"Fue un poco impactante para mĂ­ cuando dijo futbol", expresĂł ella. "Para mĂ­, no tenĂ­a el tamaño que se requiere, ​​pero estaba decidido a jugar futbol.

"Pero nunca en un millón de años se me ocurrió que iría a la NFL."

La Universidad le lanzó un obståculo tras otro a Bell, quien sufrió de pie zambo durante su niñez y le dijeron que nunca correría. El estudiante de primer año con 20-años de edad embonó en la atmósfera, se divirtió asistiendo a clases y viviendo la vida universitaria. Su carrera en el futbol no se estaba desarrollando de la mejor manera.

DespuĂ©s de su primer año en calidad de elegible (redshirt), Bell sufriĂł un susto durante los entrenamientos dos-al-dĂ­a en su segundo año, soportando dolores de cuerpo completo que lo condujeron a permanecer en el hospital por tres dĂ­as. DespuĂ©s de salir del hospital, Bell le dijo a Kidd que dejarĂ­a el fĂștbol.

Kidd sĂłlo esperĂł un par de dĂ­as antes de tratar de convencer a Bell de lo contrario.

"Lo llamé y le dije, '¿Estås listo para regresar?' Y me dijo que sí," recordó Kidd. "Y regresó.

"No es fĂĄcil tener ese tipo de velocidad. No puedes conseguir esa velocidad todo el tiempo."

Bell se estableciĂł como uno de los defensores profundos de primera clase en la DivisiĂłn I-AA, como se llamaba en aquel entonces. Fue seleccionado al equipo Todo-America (All-American) y jugador defensivo del 2001 en la Conferencia del Valle de Ohio (Ohio Valley Conference), ademĂĄs fue elegido dos veces jugador de La Conferencia (All-Conference) mientras se encaminaba a su Ășltimo año.

Para entonces, la NFL se habĂ­a convertido en parte de la conversaciĂłn sobre el futuro de Bell.

En Kentucky, todos los deportes, incluyendo el futbol, pasan a segundo tĂ©rmino con relaciĂłn al basquetbol. Es como parte de la cultura como lo es la mĂșsica country (bluegrass) y las carreras de caballos, y Bell sintiĂł profunda atracciĂłn por el deporte rĂĄfaga desde su niñez. Lo practicaba al aire libre durante el verano en un parque cercano a su casa. Incluso estando en la Universidad del Este de Kentucky, encontraba tiempo para jugarlo.

Dos semanas antes de que su campamento de entrenamiento de Ășltimo año estuviera por iniciar, Bell se encontraba jugando baloncesto. En una jugada, cayĂł y su pierna izquierda sufriĂł una hiperextensiĂłn hacia atrĂĄs. Todo el mundo alrededor de la cancha escuchĂł el pop. Pronto, el parque estaba en silencio y una multitud se habĂ­a congregado. Bell dio un paso y supo que algo andaba mal. Se habĂ­a roto el tendĂłn de la rĂłtula. SabĂ­a que su temporada habĂ­a terminado. SabĂ­a que la NFL estaba en duda.

"Lo hice. Lo hice. No voy a mentir," dijo Bell.

Pero Kidd tenía preocupaciones mås inmediatas. La Universidad del Este de Kentucky estaba  preparada para contender por el campeonato nacional de la división I-AA, pero esas esperanzas se desvanecían sin Bell. Los Coroneles (The Colonels) perdieron contra la Universidad del Este de Illinois, 25-24, a mitad de la temporada 2002, lo que impidió que su escuela se llevarå la corona de la conferencia. Un año antes, Bell interceptó a Tony Romo dos veces cuando el mariscal de campo de los Vaqueros conducía la ofensiva de la Universidad del Este de Illinois.

"Lo que hizo la diferencia para que nosotros no ganåramos  fue que él no estuvo ahí," dijo Kidd.

Bell estaba "muy deprimido" cuando comenzĂł la rehabilitaciĂłn, pero encontrĂł apoyo en su madre y la preparadora fĂ­sico de la Universidad del Este de Kentucky, Johnda Wireman.

Polly y Wireman desempeñaron la funciĂłn de buena madre/madre dura. Polly inundaba a su hijo de positivismo, nunca pensar que la NFL habĂ­a cerrado las puertas para Bell. En vez de eso, Polly revisaba sus expectativas, prediciendo que no caerĂ­a en el draft – o en caso de no ser reclutado, Bell firmarĂ­a como agente libre.

Wireman proporcionaba amor duro, a veces dolorosamente difĂ­cil.

Cuando finalmente le retiraron el yeso a Bell, fue cuando Wireman empezó a trabajar en el reacondicionamiento – una tarea dolorosa. Pero no se detuvo.

"Ha sido la cosa mås difícil," dijo Bell. "Ella me ayudó en el proceso, probablemente uno de los peores años de mi vida. Me ayudó a soportar, incluso cuando quería detenerme. Había días que sólo quería abandonarlo todo y pensaba que ya había tenido suficiente. Ella no me permitió renunciar. Me apoyó.

"Si no hubiera contado con ella, en serio, yo no podrĂ­a estar sentado aquĂ­ porque ella hizo mucho por mĂ­ en ese momento. Me llevĂł por ese proceso como nadie mĂĄs."

Wireman se negĂł a dar a Bell un dĂ­a libre, incluso despuĂ©s de que ambos discutieran al respecto una y otra vez. En Febrero durante el Ășltimo año de Bell, Wireman habĂ­a conseguido ponerlo de nuevo en forma para jugar. De nuevo estaba haciendo recortes en el campo y estaba pedaleando. Se veĂ­a otra vez como un jugador de futbol.

Pero su mayor logro durante la lesiĂłn de Bell fue rehabilitarle su ego.

"Ella estaba influyendo en mi mentalidad," dijo. "No sĂłlo decĂ­a cosas como, 'La NFL todavĂ­a te quiere."

Cada día le decía a Bell que llegaría a la NFL, y después de un tiempo Bell empezó a creerle. Incluso su madre se mantenía reafirmåndoselo.

"Le decĂ­a, 'ÂżSabes quĂ©? Si lo tuyo es jugar futbol, ​​alguien va a elegirte. No sĂ© a dĂłnde irĂĄs, pero irĂĄs a algĂșn lugar,' "  dijo Polly Bell.

Bell fue seleccionado en la sexta ronda del draft 2003 y pasĂł su primera temporada en la escuadra de entrenamiento de los Delfines de Miami. A Polly Le tomĂł cerca de cuatro temporadas asimilar el hecho de que su hijo estaba en la NFL. Ahora en su 11ÂȘ temporada, Bell sigue montado en la ola que iniciĂł en el sofĂĄ de su madre viendo el programa 'Roy Kidd Show.'

"He hecho mucho mås y he durado mucho mås de lo que nunca imaginé," dijo. "No cambiaría nada."

Almacenados en casa de Polly estån un montón de cintas de video VHS, todos con un episodio diferente del programa de Kidd. Hace mås o menos un año y medio que vio uno, pero recuerda la primera vez que Bell fue el invitado especial.

"Todo el mundo estaba en casa gritando," dijo ella.

Lo grabĂł, por supuesto, y cuando Bell lo vio por primera vez, sintiĂł que su cĂ­rculo en el futbol empezaba a completarse.

"Fue como una bendición," dijo Bell. "Recordaba a mi amigo estando ahí y ahora estoy en casa viéndome a mí mismo. Pensaba, "Caramba, soñé con esto y esto de hecho se ha convertido en una realidad.' "

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