Seattle.- A veces los domingos simplemente no salen. Y el de los Cardenales en Seattle fue uno de esos días. Desde el primer drive se sintió raro… el ritmo no llegaba, las jugadas no fluían, y cuando quisieron reaccionar, ya iban muy abajo.
En menos de una mitad, los Seahawks les habían puesto un 35-0 imposible de maquillar. Dos balones sueltos, dos touchdowns en contra y una sensación colectiva de "¿qué está pasando?". Lo curioso es que venían con la confianza por las nubes tras ganarle a Dallas.
Jonathan Gannon fue directo: "Cuando algo así sucede, la responsabilidad es mía". Y sí, su cara lo decía todo. Pero también dejó claro que el grupo no se rindió. "He estado en partidos donde la gente solo quiere que el reloj se acabe. Este no fue así".
En esta dura tarde de los Cardinals en Lumen Field, McBride fue una de las pocas notas positivas, ya que registró 9 recepciones para 127 yardas y un touchdown.
Aunque el marcador se había decantado hacia el rival mucho antes, su contribución mostró que estaba listo para llevar carga ofensiva. Esa recepción de TD no cambia el resultado, pero sí habla de alguien que no se esconde.
Jacoby Brissett batalló todo el día entre golpes y presión. Marvin Harrison Jr. tuvo una de esas tardes en que el balón simplemente no quiere quedarse pegado, aunque se las arregló para anotar una vez. Greg Dortch, con su energía de siempre, fue el que rompió el cero con una jugada valiente.
Al final, más que el marcador, lo que duele es cómo se dio todo. Pero bueno, esto es la NFL: semanas buenas, semanas para aprender. Ahora toca hacerlo rápido, porque los 49ers vienen a casa.











