Arlington, TX.- Hay triunfos que se sienten distintos. Que no solo se celebran, sino que se disfrutan con calma, como un buen café después de un día largo. Así fue lo que pasó el Monday Night Football en Dallas, donde los Cardenales de Arizona sorprendieron a propios y extraños con un partido redondo ante los Cowboys.
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En pleno Monday Night Football, bajo las luces del AT&T Stadium, Arizona salió con una actitud distinta: firme, concentrada, sin miedo. Desde la primera serie ofensiva se notó que algo estaba fluyendo bien.
Jacoby Brissett jugó uno de sus mejores partidos del año. Sereno, preciso, con esa calma que transmite confianza. Completó 21 de 31 pases para 261 yardas y 2 touchdowns, sin intercepciones y lo mejor de todo es que movió el balón con autoridad y, lo más importante, con inteligencia.
Nada forzado, nada de heroísmos innecesarios. Solo buen fútbol americano.
Trey McBride volvió a brillar. Qué jugador. Terminó la noche con 7 recepciones para 89 yardas y un touchdown, confirmando por qué se ha convertido en la pieza más confiable del ataque aéreo.
Pero si hablamos de brillo, hay que mencionar a Marvin Harrison Jr., que tuvo una noche de alfombra roja con 7 recepciones, 96 yardas y 1 touchdown. Su química con Brissett empieza a notarse en cada ruta, cada recepción y es que parecía dibujada con paciencia y talento. Lo suyo no es solo técnica, es instinto. Y eso se ve.
Pero lo que realmente marcó la diferencia fue la defensa y vaya que se notó. Presionaron al QB Dak Prescott desde todos los ángulos, lo interceptaron en un momento clave y lo limitaron a menos de 200 yardas por aire. El debut del liniero defensivo novato Walter Nolen fue una grata sorpresa: 4 tackles, 2 para pérdida, 1 sack y hasta un pase desviado. Energía pura, como si llevara años jugando a este nivel.
Hubo jugadas que simplemente cambiaron el ánimo del partido. Un par de capturas que levantaron a toda la banca. Una tercera y larga que pararon con pura intensidad. En fin, el tipo de defensiva que no solo cumple, sino que contagia. En total, la defensa de Arizona consiguió 5 sacks. Calais Campbell y Josh Sweat se combinaron para cuatro de ellos, mientras Nolen sumó el suyo para cerrar una noche redonda.
Los números no siempre dicen todo, pero esta vez hablan claro: tiempo de posesión, más de 34 minutos con el balón. Tercer down, casi el 60% convertido. Castigos, apenas tres en todo el juego. Son detalles, sí. Pero son los que ganan partidos.
Lo bonito de todo esto es que no fue solo un triunfo más. Fue una declaración. Después de la semana de descanso, el equipo regresó con energía, con hambre. Y sobre todo, con la sensación de que pueden competir con cualquiera. Cuando terminó el partido y las cámaras mostraron a los jugadores abrazándose en el campo, se sintió algo especial. Como si dijeran: esto es solo el comienzo.
Los Cardenales se van de Dallas con una sonrisa, con confianza y con una historia que los fans no van a olvidar pronto. Porque sí, ganar es importante. Pero ganar así, en prime time, contra los Cowboys… eso se siente distinto.
