Tempe, AZ.- La noticia cayó pesada, sí, pero no del todo inesperada. Kyler Murray fue colocado en la lista de reserva de lesionados debido a una molestia en el pie, y estará fuera, al menos, cuatro partidos. No es la primera vez que el quarterback de los Cardenales enfrenta un camino difícil, pero esta vez el contexto es distinto: el equipo no venía funcionando y las cosas ya estaban tensas.

La ofensiva no terminaba de carburar. Murray, que en otras temporadas había sido el motor del ataque, no lograba encontrar esa misma fluidez. En cinco partidos acumuló 962 yardas aéreas, con 6 pases de touchdown y 3 intercepciones, además de 173 yardas por tierra y 1 touchdown corriendo. Números que hablan de un arranque con altibajos y que ayudan a explicar algunas de las tensiones que se sentían alrededor del ataque.

Ahora, con su paso a la reserva de lesionados, Jacoby Brissett tomará el mando. El veterano ha respondido bien cuando le ha tocado entrar. No tiene la velocidad ni el talento explosivo de Murray, pero transmite calma. Y a veces, eso es justo lo que un equipo necesita cuando las cosas se tambalean.

El reto para Arizona será no perder el rumbo. Vienen semanas complicadas y el margen para reaccionar es corto. Pero este tipo de situaciones, las que parecen hundirte, también pueden servir para resetear todo. Para empezar de nuevo, con menos ruido y más enfoque.

Quizá este parón forzado de Murray sea, en cierto modo, una oportunidad para que todos (él incluido) respiren, reflexionen y encuentren una nueva forma de avanzar.

Porque sí, el golpe duele… pero a veces los equipos crecen justo cuando no les queda de otra.