Cuando Carson Palmer promovió intensamente cómo esperaba grandes cosas del receptor Michael Floyd durante la segunda mitad de la temporada, no debería ser una sorpresa. El mariscal está allí para levantar/apoyar a su equipo. Eso es lo que hacen los líderes (que es en parte donde su "sé que la gente no cree y probablemente no quieren escucharlo, pero me gusta dónde estamos. Somos los menos favorecidos" comentario que expresó el miércoles) y tampoco es una sorpresa escuchar a Palmer hablar de cómo el receptor John "Smokey" Brown ha respondido de manera excelente al tratamiento por su problema de células falciformes y se percibe como un jugador y una persona diferente.

Por supuesto, uno esperaría escuchar esas cosas de Palmer acerca de dos receptores clave. También es importante tener en cuenta — al menos desde ciertas perspectivas — que Cardenales necesitan al menos a uno de esos dos individuos, si no es que a ambos, para jugar como lo hicieron en 2015 y conseguir meterse a la postemporada como planearon hacerlo.

Esta es una temporada diferente. Sin embargo, no se puede esperar que un receptor de 1,000 yardas (como lo fue Brown) o a un receptor que tuvo cinco partidos de 100 yardas entre los últimos ocho que jugó (algo que Floyd consiguió) al próximo año no consiga al menos uno de ellos una producción similar. Larry Fitzgerald está jugando al mismo nivel que lo hizo la temporada pasada. J.J. Nelson ha dado un paso adelante ahora que está saludable. No hay duda que Palmer en ocasiones no ha sido exactamente el mismo, aunque ha estado bien recientemente. La protección de pase ha tenido algunos altibajos, y podría estar enfrentando algunos contratiempos ahora que el tackle izquierdo Jared Veldheer está fuera el resto del año.

Veremos si Floyd realmente puede "dispararse" y si ahora Smoke es un jugador diferente. Si alguno de ellos se traduce en producción, sería un gran paso para Cardenales y su remontada para la segunda mitad de la temporada.